Por R. Daneel
Uno de los puntos que siempre se han esgrimido a favor de la entrada de las S.A. al negocio del fútbol es el de que otorgarían una administración moderna a un negocio que se caracterizaba por las malas prácticas y oscuridad de sus procedimientos.
Las S.A. trasforman a quienes toman las decisiones de los clubes en dueños de los mismos, lo que tiene la virtud de que el dirigente tiene buenos incentivos para no gastar más de la cuenta, puesto que en definitiva será el mismo quien deberá responder. Era práctica corriente en la dirigencia antigua, que los dirigentes pusieran plata de su bolsillo y luego hicieran que el mismo club reconociera una deuda para con el mismo dirigente, quien al salir del club, le cobraba su crédito a la nueva directiva. Los controles del Ministerio de Justicia eran mínimos y los hinchas abandonaban al club a quien se hacía cargo de él; su interés se limitaba al hecho de que el equipo ganaba o perdía.
Hoy las S.A. tiene mayor control de sus gastos, ya que los dueños pueden comprometer su patrimonio en esta auténtica aventura que puede significar administrar un club.
Ahora bien, muchas veces uno se pregunta por qué estos personajes a los que les va bien sus negocios, actúan de manera tan errática en diversos campos de la actividad futbolística. Un comportamiento que, al parecer juzgando sus resultados, no aplican a sus otros negocios.
Una muestra de este devenir, a menudo azorozo, al que se entregan las S.A.D. chilenas, es el criterio, o la falta de él, con las que “Blanco & Negro” ha realizado sus incorporaciones, sobre todo en los últimos dos años. Hay contrataciones incompresibles y otras que huelen mal. Una empresa a la que le mueve el lucro, debería maximizar el rendimiento de sus incorporaciones y contar con asesores especializados en las áreas de fútbol, cuestión que visto Campora, Graff, Caliche Salazar, Quiroga y un largo etc. no existe por ningún lado. Realizar actividades de elite, como la presentación de la camiseta, en un lugar que da la espalda a las tradiciones del club, resulta también una opción incompresible y contraria al interés masificador al que uno supone apunta una institución como Colo Colo.
Pero la muestra más evidente de lo que vengo exponiendo, se puede apreciar en las recientes reacciones de Federico Valdez ante la violenta arremetida de una parte de “Los de Abajo” en contra del nuevo DT de la Universidad de Chile Jorge Sampaoli. Según lo expresado por Valdez a La Tercera : “Fue una sorpresa, vamos a tomar las medidas necesarias para evitar que estas cosas se repitan”, dijo Valdés, y agregó que “no vinieron a ‘apretar’ al técnico y lo trataremos directamente con la gente de la barra. Vinieron a presentarse como los nuevos líderes, esa era su intención”.
Las declaraciones de EHQNP, junto con ser impresentables, dan una clara muestra de la perversa relación existente entre las barras y los clubes de fútbol, relación que las S.A., por lógica, no deberían permitir.
Ahora cabe preguntarse:
¿Es realmente como negocio el como miran estos empresarios al fútbol?
La duda se presenta por si sola, cuando aparecen actuaciones tan poco rentables, como el mantener grupos de poder que atenta contra la imagen de la empresa y espantan a una parte de su posible público o realizan inversiones en jugadores sin criterios técnicos definidos.
Más bien, queda la impresión de que este nuevo grupo de dueños de clubes, en realidad, son un grupo de personas que bajaron de una nube a comprarse un pasatiempo y ver si de pasada ganan algún dinero. Otras veces la idea es ganar en visibilidad ante la opinión pública. Su forma de actuar no tiene, en muchas ocasiones, nada que envidiar al amateurismo que inspiraba a los viejos dirigentes. Quizá la única diferencia real que se aprecia, es que antes existía la opción potencial, no siempre real, de remover a los dirigentes, hoy esa posibilidad no existe ni real ni potencialmente; ellos, para bien o para mal, son los dueños de los clubes y contra eso muy poco se puede hacer
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